Sí, he pasado toda la noche y parte de la mañana en el titular, probablemente el primero y único ingenioso que saldrá de mis manos en este blog. Y hoy seré rápido, conciso y sereno, porque si algo he aprendido es que en Internet triunfa la brevedad, la inmediatez, y también cualquier cosa relacionada con Neymar, Cesc o Anna Simón. De momento, ninguno de los tres es neozelandés, pero al tiempo.
Nueva Zelanda sub’20 no sólo tiene opciones de clasificarse para octavos del Mundial de Colombia tras empatar 1-1 con Uruguay, sino que además el liderato de Portugal, su último rival en la fase de grupos, le deja en una posición semi-privilegiada para conseguirlo. Algo que por cierto sería histórico, pues hasta la fecha nunca ha pasado de esta fase previa en un Mundial de la categoría.
Al lío: Respecto al partido frente a Camerún, Nueva Zelanda mejoró sustancialmente gracias a la entrada en el once de Marco Rojas, quien se perdió el debut por unas molestias en los isquios. De hecho, tampoco completó el encuentro completo ante Uruguay porque Milicich sabe que es la auténtica clave de este equipo. El único que marca la diferencia, la estrella de los ‘Young All Whites’.
El sistema neozelandés (4-4-2 con doble pivote ultradefensivo) ante Camerún se transformó con la entrada de Rojas en un delicioso 4-3-3 que calca al que muchas veces ha utilizado Rick Herbert en la absoluta. Murphy arrimó el hombro a Ryan Cain en la medular, en un trivote igualmente tosco pero más ligero en banda, para apoyar las permutas entre Bevin y Dakota Lucas entre la banda y la delantera.
Fue precisamente Andrew Bevin quien adelantó a Nueva Zelanda en el marcador. El técnico uruguayo, Juan Verzeri, se quejó amargamente en rueda de prensa de que su equipo había sido superior (y no le falta razón; la noticia sería lo contrario), pero lo cierto es que la mejora de los kiwis respecto al esperpento ante Camerún fue evidente. Y eso que Rojas, aún renqueante, tuvo arrestos para ofrecer algunos de los mejores minutos que se les recuerda. Tanto que a Milicich no le hizo falta tirar esta vez ni de Payne ni de Galbraith.
Ale, suerte y al toro. Al toro portugués, claro.