JEDINAK ENGRASA EL RODILLO AUSSIE

Kennedy Osieck 2011 Oman

Intercambio de récords entre Osieck y Kennedy FOTO: Getty

Fácil, rápido, bien, perfecto. Australia mantiene un nivel incontrolable en 2011 sin Cahill, Emerton, Kewell ni Schwarzer, tras sumar otra victoria más, en este caso ante Omán, en el tercer partido de su grupo rumbo al Mundial de 2014. Con la primera plaza en el bolsillo, los ‘aussies’, ahora sí, pueden dedicarse a foguear chavales, algo que Osieck ha ido tramando en silencio en los últimos meses, como se ha podido confirmar además en este último compromiso.

Ante Omán, Osieck dio entrada en el once a Mile Jedinak en lugar de Kilkenny, cambio que el equipo pedía a voces. La fuerza, presencia física y trabajo de Jedinak está varios puntos por encima de la intermitente animosidad del Kilkenny, quien hasta ahora estaba cumpliendo como convidado de piedra de Carl Valeri en la medular. El mediocentro, robado de los brazos de su equipo, el Sassuolo de la Serie B (que no notó su baja en el empate 1-1 contra la Sampdoria en la jornada de entre semana), se mantuvo en la alineación, en la que repitieron también Zullo y Williams como carrileros, adelantando la posición de Wilkshire y McKay.

Precisamente esa terna atacante, que comenzaba en Wilkshire y McKay y apuntalaban Brett Holman y Josh Kennedy, ha sido la que ha encandilado a Australia entera con un fútbol rápido, eficaz y sobre todo, ilusionante. Porque a la ausencia de sus figuras más mediáticas, Australia ha respondido con un juego práctico sin nombre ni sombra. El 3-0 (goles de Holman, Kennedy y Jedinak) confirma el momento de escándalo por el que pasa el combinado ‘aussie’: cinco victorias en los últimos cinco encuentros y una hoja de servicios intachable en 2011.

Con los tres puntos ante Omán, Australia encara la segunda vuelta de su grupo con un pleno (3 de 3) que prácticamente le asegura esa primera plaza rumbo a Brasil 2014. De paso, el encuentro sirvió para subrayar dos anécdotas importantes: una, que Kennedy sigue en estado de gracia goleadora, lo cual es una excelente noticia para un equipo en el que los grandes goleadores van turnándose con irregularidad desde la retirada de Mark Viduka. Kennedy, en concreto, ha marcado 6 goles en los últimos 4 partidos, incluyendo, eso sí, el doblete en el encuentro que los socceroos ganaron 5-0 a Malasia.

El otro dato a apuntar concierne a Osieck, quien con esta victoria se ha convertido en el seleccionador de Australia con mayor porcentaje de victorias en su haber, superando al mito Terry Venables. Para muestra, un botón: en 2011, Australia ha ganado 11 de sus 15 partidos disputados, empatando tres y perdiendo solo uno, que, eso sí, fue el decisivo: ante Japón en la final de la Copa Asia.

Próximos compromisos de Australia

11 Noviembre vs Omán (Clasif. Mundial 2014)

15 Noviembre vs Tailandia (Clasif. Mundial 2014)

KENNEDY Y EL EFECTO OSIECK

Volvió la calma. Tras el espantoso ridículo ante Tailandia en la primera jornada, Australia se desquitó ganando con facilidad a domicilio (1-3) a una Arabia Saudí tricampeona de Asia cuyos mejores años han caído definitivamente en el foso donde caen a veces los más grandes. Hubo dos principales valedores de esta victoria, bastante significativa si tenemos en cuenta que Arabia Saudí era el ‘coco’ de ese grupo D rumbo a Brasil 2014: Holger Osieck, quien entró en razón y aparcó los experimentos para otra ocasión, y sobre todo, Joshua Kennedy, quien se llevó un doblete a casa con una sonrisa de oreja a oreja.

Llevando el '9' la vida es mucho más fácil

Atenazados por la experiencia tailandesa (selección que, ojo, se postula para el segundo puesto tras derrotar a Omán en su partido), los australianos salieron timoratos, lentos, ordenados pero sin valentía. Un vicio habitual y conocido, sello inequívoco del conservadurismo latente de Osieck, a quien el experimento fallido de probar a McKay en el lateral zurdo en el anterior encuentro le sirvió para reforzar su teoría del pivote ultradestructivo.

El técnico alemán devolvió a Zullo a ese flanco zurdo y adelantó a McKay, aunque sacrificó a nada menos que Tim Cahill para mantener a Brett Holman en el once. Kilkenny y Spiranovic, titulares contra Tailandia, barrieron banquillo en favor de Jedinak y Ognenovski, en teoría los titularísimos y elegidos para partidos de mayor calado. A este primero, a quien veremos este año en el Crystal Palace inglés, hay que darle confianza. Tiene un potencial increíble como mediocentro. Es completísimo, tiene casi de todo. Por tener, hasta le sobra frialdad, lo que acusó la tensa línea del centro del campo hasta pasada la media hora.

Quien hizo saltar ese punto enquistado fue Wilkshire, quien pasa por un espectacular momento de forma. El lateral, a quien se le nota a la legua que está disputando una competición, la Premier rusa, que ha alcanzado ya su ecuador, está varios puntos por encima de sus compañeros a nivel físico. Prueba de ello es el 0-1, que llegó en el minuto 40. Wilkshire desbordó sin despeinarse a Al-Montashari, sacado de su posición habitual, y puso un centro al área que Kennedy cabeceó impecable a las redes, elevando su 1,92 por encima de los centrales sauditas. Era su cuarto gol en los últimos tres partidos, sumando el doblete que le hizo también a Nueva Zelanda en el amistoso del 5 de junio.

Lección de tiempos en el aire

Con este panorama, y ya respirando, Australia se marchó al descanso. Los locales, cuyo banquillo ocupa un Rijkaard que también ha sucumbido al olor de lo exótico, aportaron entre cero y nada a estos primeros 45 minutos, salvo la complacencia de vislumbrar cómo los socceroos intentaban cosas sin pensar cosas. Pero tras el rigor mortis del bocadillo en Dammam, donde se disputó el partido, llegaría la versión ‘B’ de un equipo que refrenda favoritismo y momento de resultados. Australia puso el 0-2 en el marcador al rato de comenzar la segunda mitad, después de que Kennedy aprovechara una cesión de Holman tras un error garrafal del meta Al-Otaibi en la salida del balón; 0-2, minuto 56. Con este tanto, el ariete del Nagoya japonés subió su quinto gol en tres partidos. Cifras del delantero ‘top’ que nunca fue y probablemente nunca será.

'El Ibrahimovic de las Antípodas', matador

El partido se quedó por el camino. Aunque Arabia Saudí consiguió recortar distancias gracias a la rapidez de Al-Shamrani, que recogió el rechace de Schwarzer al penalti que él mismo tiró, el resultado estaba atado y bien atado. Y hasta que Wilkshire no obtuvo el premio a su alarde de pulmón con el 1-3, gol que hizo desde los once metros, Osieck no removió el banquillo. Entraron, para sumar minutos sin más, Kruse, Cahill y Milligan. Y con la victoria, números de campeón: líder de su grupo, 2 partidos, 6 puntos, 5 goles a favor y 2 en contra.

El premio de Wilkshire, guau guau

Además, conociendo que para octubre los rivales (Malasia en un amistoso, y Omán) no exigirán demasiado. Osieck puede caminar tranquilo. Si le apetece, que se suelte la melena, que además para entonces el planeta estará más pendiente del inicio de la A-League (Kewell y Emerton al frente) que de otra cosa. Y así, y con Kennedy ‘on fire’, es más fácil acercarse a las cifras de Terry Venables en el 98. Australia da miedo.

UNA VICTORIA CON SABOR A DERROTA

Así es. En el fútbol es relativamente habitual oír eso de «ha sido un empate con sabor a derrota», cuando uno de los dos equipos lamenta no haber sabido gestionar bien la ventaja en el marcador o se encuentra con un certero manotazo de un equipo inferior a ellos. Pero Australia, siempre a la vanguardia desde que la entrena Holger Osieck, le ha dado un giro a este argumento para restar mérito incluso a las victorias. Y no es para menos, porque a los socceroos les ha costado lo que no está escrito llevarse los primeros tres puntos en su grupo de clasificación para el Mundial de 2014 ante la debilísima Tailandia, número 120 del ránking FIFA. Tanto, que el capitán del equipo, el portero Mark Schwarzer, dijo tras el partido que era «una victoria con sabor a derrota». Ahí es nada. Seguro que a Tailandia le hubiera venido genial una ‘derrota’ así.

Y es que los tailandeses iban camino de protagonizar la sorpresa de la jornada en la AFC, cuando se adelantaron en el marcador con un gol de Dangda, jugador del Muangthong United de su país, que aprovechó un centro desde la derecha para poner el 0-1, resultado que aguantaría hasta el descanso. El tanto, como no era difícil prever, vino por un flanco, el zurdo, que ocupaba Matt McKay, volante de descarada e innegable tendencia ofensiva al que Osieck dio la titularidad incomprensiblemente por delante de Michael Zullo, jugador en mucha mejor forma que fue titular ante Gales en el último amistoso y cuyo equipo, el Utrecht holandés, ya ha disputado tres jornadas de liga en la Eredivisie.

Atónito, Osieck miró al banquillo tras los primeros 45 minutos. Porque no sólo Tailandia estaba apretando a una defensa australiana en la que Lucas Neill empieza a flojear peligrosamente (y cuya pareja, Spiranovic, no es que ayude precisamente a que la sensación de entereza suba ni medio punto), sino que tampoco en ataque el conjunto kangaroo estaba ofreciendo demasiadas respuestas. Y ante esta sequía de creación, y después de reclamar Australia un gol fantasma de Cahill al que cuesta ver entrar, llegó el empate, obra del omnipresente Joshua Kennedy, otro de los hombres siempre en entredicho, que sin embargo aprovecha todas las oportunidades que tiene con la selección cuando se encuentra la titularidad como el niño que encuentra regalos caros en navidad después de todo el año apaleando gatos.

Empujarla fue un placer, Kennedy

Con todo eso por delante, huelga decir que Australia, una vez con el 1-1 en el marcador, se lanzó al ataque con un ansia que casi siempre resulta contraproducente, pero que ante la 120 del mundo debe dar resultado sí o sí. Y más cuando el técnico, en un alarde de valentía, sentó a las vacas sagradas, Cahill y Emerton, para dar entrada a Kruse y a Alex Brosque, de vuelta con la selección a última hora tras la lesión del jugador del Middlesbrough, MacDonald. Y fue Brosque, cosas de la vida, a sus 27 años y en sexto partido como internacional, quien dio a bocajarro la victoria a un conjunto que, además de jugar en casa, se presentaba a este partido con el propósito de golear y coger fuerzas de cara al próximo encuentro (6 de septiembre) ante Arabia Saudí, que no pasó del 0-0 ante Omán. Una empresa que ha quedado en una pírrica victoria en el minuto 86, sólo edulcorada con la evidencia, una vez más, de que hombres como Kruse siguen pidiendo a voces un sitio en el once inicial.

De rebote no valen, decían los tailandeses. Anda ya.